¿Alguna vez te has preguntado por qué no puedes evitar reirte y revolcarte cuando alguien te hace cosquillas y contigo mismo prácticamente ni te inmutas?
La respuesta se encuentra en la capacidad de predicción de nuestro cerebro, concretamente en el cerebelo. Cuando existe la intención de llevar a cabo un movimiento el cerebro realiza una predicción de cómo será ese movimiento, basándose en las experiencias anteriores. Por lo tanto, lo que hace el cerebro es comparar la predicción que hace del acto motor con la información que llega en ese preciso momento. De ese modo puede distinguir qué estímulos sensoriales proceden de nuestros propios movimientos y cuáles proceden del exterior.
La revista Nature en los años 70 ya lo demostró claramente en un experimento, utilizando un aparato que se accionaba para producir cosquillas. Si era el mismo individuo el que lo activaba, la sensación de cosquillas era mucho menor que si lo activaba otra persona. Esto era debido a que que neuronas que responden al movimiento de las manos pasan a responder del mismo modo cuando comienza a emplearse un utensilio que puede interpretarse como una prolongación de la propia mano, es decir, el cerebro termina por incorporar a su mapa del cuerpo al instrumento que se está empleando. La cosa cambiaba si se introducía un retardo entre el momento de la activación y el momento que el aparato comenzaba a funcionar, a más tiempo, más cosquillas, ya que el cerebro no podía predecir tan bien cuándo iba a recibirse el estímulo táctil.
Como última curiosidad, se ha detectado que algunos pacientes con esquizofrenia pueden llegar a hacerse cosquillas a ellos mismos y esto es debido a una sensación de no poseer el control sobre sus propios actos motores.
Fuente: http://www.taringa.net
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