Algo tan cotidiano y universalmente aceptado para deshacer empates como son las tanda de penalties, tienen su origen en Cádiz, en el Trofeo Carranza de 1962.
Algunos han querido atribuirle el mérito a alemanes o ingleses, pero lo cierto es que la tanda de penalties nació en la Tacita de Plata, en el verano de 1962, y su padre fue Rafael Ballester Sierra (Totalmente ajeno a este blog para los mal pensados). Contrariamente también a lo que se cree, no fue un encargo que nadie le hiciera a Don Rafael, sino que fue acto totalmente fortuito, como contaremos a continuación.
Ballester era por aquel entonces directivo del club cadista. Antes de su genial idea, los partidos que terminaban en empate, se resolvían de la forma que aún lo siguen haciendo los ingleses en la Copa: jugando un "replay". Esto, en un Trofeo que duraba tres días, era algo impensable, por lo que los partidos se prolongaban hasta que alguien deshacía la igualada. Se dieron casos en que los encuentros terminaban a las dos de la mañana, lo que suponía un aburrimiento total para los espectadores, y una auténtica paliza para los deportistas, que al día siguiente se veían en serias dificultades para poder afrontar la final.
Esto era precisamente a lo que parecía que estaba abocada la Final del Trofeo del año 1962, que enfrentaba a Barcelona y Zaragoza, y que acabó con el resultado de 0-0 tras los primeros noventa minutos.
Tras éstos, decidió jugarse una prórroga, que dio como resultado otro empate, esta vez a uno, merced a los tantos marcados por Marcelino en el 93 para los maños, y por Re en el 110 para los blaugranas.
El colegiado de aquel encuentro, el portugués Joaquim Campos, iba a consultar con capitanes y entrenadores para ver cómo resolver el entuerto, cuando apareció Ballester, que le sugirió al luso que se ejecutaran unos "lanzamientos de desempate" (Don Rafael no quería llamarlos penalties, pues éstos implicaban un castigo, que en este caso no aplicaba). Al contrario de cómo se hace ahora, cada equipo dispararía sus cinco lanzamientos de forma consecutiva, para luego dar paso al otro equipo. Tanto a los zaragozanos como a los catalanes les agradó la idea, dando así origen al primer desempate por penalties de la historia del fútbol.
Aún así, el desenlace fue la mar de curioso:
El Zaragoza fue el primer equipo que probó suerte. Duca, el excelente delantero maño, pasó a los anales como el jugador que inauguraba dichos lanzamientos, que además anotó para los suyos. Posteriormente tiraron Seminario (que acertó), Lapetra (que lo mandó al palo), Santamaría (que lo echó fuera) y finalmente el portero Yarza (que dejó el parcial en 3-0).
El Barcelona por tanto debía marcar al menos tres para no perder, y con cuatro se llevaría la copa de campeón. Comenzó disparando Benítez, que marcó el primero. A continuación le siguió Re, que también mandó el cuero a las redes. Luego Camps y Cubilla se encontraron con un sensacional Yarza, que rechazó sendos disparos. Por último, con toda la presión sobre él, Gracia hacía el empate. Era el colmo de los colmos: empate en el partido, empate en la prórroga, y empate en los lanzamientos de desempate.
Llegados a este punto, el colegiado decidió reunir a delgados, capitanes y presidentes de ambas escuadras, para dirimir como resolver la eliminatoria. Todas las partes acordaron repetir la tanda de lanzamientos. Esta fue el Barcelona el que empezó, y no pudo hacerlo mejor. Los cinco intentos acabaron en goles de Goywaerts, Benítez, Re, Gracia y Verges. Esto obligaba a los aragoneses a no errar ni una sola vez.
Empezaría la segunda tanda Duca, que como va dicho, comenzó la primera. Pero esta vez el delantero la manda fuera, acabando, a las primeras de cambio, con la esperanza de poder empatar de nuevo. El jugador cayó al césped, donde se lamentó por su fallo, mientras los barcelonistas festejaban el triunfo final, que tantos minutos les había costado, y que se resolvía por vez primera de forma tan singular.
Posteriormente, se recurrió a esta técnica para decidir ganadores, como en la Watney Cup de Inglaterra de 1970, en la que el Manchester United dejó en la cuneta al Hull City, por el mismo procedimiento.
La FIFA y la UEFA adoptarían años después este sistema para las eliminatorias en grandes torneos. El primer gran título decidido por los lanzamientos de penalties fue la Eurocopa de 1976, en la que Checoslovaquia se impuso a Alemania con el archiconocido penalti de Panenka.
Gracias Viento por volver a aportarnos un tema tan interesante como curioso.