martes, 6 de julio de 2010

Bucear y volar en avión: El orden sí altera el producto

Ayer, hablando con una amiga que venía de bucear de Formentera me enteré de un hecho que me pareció muy curioso: Después de realizar una inmersión, se recomienda esperar unas 24 horas antes de coger un avión, ¿Por qué? Eso mismo me pregunté yo y decidí investigarlo.

La clave se encuentra en que el 79% del aire que respiramos es nitrógeno y, aunque no lo percibimos, este gas se encuentra disuelto en la sangre y tejidos de nuestro cuerpo. Mientras la presión atmosférica que nos rodea se mantenga sin cambios, el equilibrio entre el gas disuelto en el cuerpo y el del ambiente, permanece.

Tan pronto cambiamos la presión ambiental, ya sea ascendiendo en avión o incluso en automóvil, la presión ambiental se reduce y nuestro cuerpo responde liberando nitrógeno por medio de la respiración, debido a que nuestro cuerpo contiene mayor cantidad de este gas que al aire circundante.

Si permanecemos determinado tiempo a esta mayor altitud, llegará un momento en que nuevamente el flujo de nitrógeno se equilibre. En el sentido inverso, ocurre exactamente lo opuesto. Cuando descendemos, la presión atmosférica aumenta y el cuerpo absorbe gradualmente nitrógeno tendiendo siempre al equilibrio.

En el caso de los buzos, debido a que durante una inmersión la presión atmosférica se multiplica rápidamente y el nitrógeno se absorbe de acuerdo a dos factores: La profundidad de la inmersión y la duración de la misma

La cantidad de nitrógeno es tal, que el ascenso a la superficie debe ser muy lento y controlado, de modo que el cuerpo tenga oportunidad de liberar el nitrógeno acumulado durante el buceo.

Pero eso no es todo, una vez en superficie el cuerpo del buzo aún contiene un importante residuo de nitrógeno acumulado, y por lo tanto su situación es muy diferente a la de una persona que no haya buceado. Este residuo de nitrógeno toma varias horas en abandonar el cuerpo del buzo hasta alcanzar nuevamente su equilibrio e igualar la situación de alguien que no haya buceado.

¿Qué sucedería si un buzo recién salido del agua aborda un vuelo en jet, que aún con la cabina presurizada tiene una presión ambiental menor a la del nivel del mar?

Las probabilidades de que esta persona sufra un “accidente por descompresión” son considerables, debido a que la presión circundante en un avión haría que el nitrógeno que estaba disuelto en su sangre y tejidos forme burbujas, las cuales se convierten en tapones en el torrente sanguíneo causando graves lesiones en el cuerpo del buzo.

Es por esta razón por la que el día que se practica buceo (no afecta si realizamos snorkel), debemos abstenernos de tomar un avión o sujetarnos a cambios de altitud superiores a los 300 metros. Lo ideal es esperar al día siguiente para dar tiempo a que nuestro cuerpo libere, gradual y ordenadamente, el nitrógeno residual acumulado durante la inmersión.

Lo opuesto, es decir, volar e inmediatamente bucear, sí es posible, ya que el cuerpo viene de un ambiente de menor presión (el avión) al nivel del mar y por tanto está libre de residuo y puede ser sometido a incrementos en la presión ambiental sin problema alguno.

Muchas gracias Beatriz G.S. por hacerme pensar un día más y no dejar que me acostara sin saber algo nuevo.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Excelente blog, siempre aprendo cosas muy interesantes en él! Sigue así!
    Aunque, en este post en particular, se habla de algo que conocía :) La respuesta aparece en House.

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