Entre los moluscos, rama del reino animal compuesta por los invertebrados de cuerpo blando, figura la clase de los lamelibranquios. En este grupo de felices habitantes del mar se encuentran, entre otros, las vieiras, almejas, mejillones y por supuesto, las ostras. Concretamente una especie de éstas últimas, la madreperla, que se cría en los mares cálidos de Oceanía, es capaz de producir las verdaderas perlas naturales que se pueden admirar en los escaparates de las joyerías.
El curioso proceso de fabricación sigue siempre el mismo camino, que empieza cuando un cuerpo extraño, como puede ser un simple grano de arena o cualquier tipo de parásito, se introduce entre la concha y el manto (la membrana carnosa que envuelve las visceras del molusco) de la ostra. Este intruso, simplemente por su colocación y peso, comienza involuntariamente a desgarrar el tejido, lo que hace que la ostra comience su mecanismo de defensa. Este mecanismo consiste en intentar envolver al cuerpo extraño con una sustancia llamada nácar, mezcla de cristales de carbonato de calcio y una proteína llamada conchiolina. Poco a poco, irá depositando alrededor del núcleo con el parásito, sucesivas capas concéntricas formando así la tan ansiada perla.
Hay que mencionar que este proceso es lento y, además, es complicado encontrarnos en la naturaleza con una laboriosa madreperla que pudiera satisfacer los sueños emperlados de una dama.
Afortunadamente, un científico japonés, inventó una técnica de producción industrial de perlas. El principio consiste en introducir en la madreperla fragmentos de nácar ya revestidos de restos del manto de otra ostra, un método mucho más rentable que la búsqueda de perlas finas totalmente naturales.
Aún así, esta intrusión forzosa no funciona al 100%, ya que sólo el 60% de las ostras aceptan cultivar la perla artificial. Y del total producido, sólo el 2% o el 3% producen una perla de calidad tras tres o cuatro años de esfuerzo.
Como última curiosidad, otros moluscos lamelibranquios, como el mejillón perlífero, también pueden producir perlas que incluso fueron muy utilizadas durante mucho tiempo para piezas de las coronas de soberanos de toda Europa.
En nuestro mar mediterráneo, también contamos con un gran molusco, la perna, capaz de producir perlas de varios colores (rojas, negras, amarillas), pero según los especialistas, es muy raro encontrar actualmente pernas que produzcan perlas y, para colmo, parece que estas perlas se estropean rápidamente.
Actualmente, las perlas no tienen tanto valor monetario como en épocas pasadas, principalmente debido a que la mayoría de ellas son cultivadas, lo que las ha devaluado por aumento en la oferta.
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