Como dirían los maestros, ¡No hay pregunta tonta! Sin embargo esta cuestión de la diferencia de crecimiento entre las uñas de las manos y de los pies pertenece sin duda a la categoría de los enigmas que permanecen toda la vida en lo más íntimo de la persona ya que creemos que la gente no va a devanarse los sesos por tan poca cosa y, si alguien encuentra la solución al problema, tampoco es que por eso le vayan a entregar un Premio Nobel por su descubrimiento.
Efectivamente, todos hemos notado que tenemos que cortarnos las uñas de las manos el doble de veces que las de los pies. Lógico: Las primeras crecen de media unos cinco centímetros al año, mientras que las segundas tardarían el doble en alcanzar esa longitud.
Algunos dermatólogos han estudiado este curioso fenómeno y sus conclusiones se basan en dos observaciones.
Para empezar, una uña que recibe un golpe (o que se rompe en parte) crece más rápidamente que su vecina. En nuestra vida diaria, las uñas de las manos reciben muchos golpes, aunque leves, pero que pueden estimular su crecimiento. Esos microtraumatismos ligados a la actividad diaria afectan menos a los dedos de los pies.
Segunda constatación: las uñas crecen más en verano que en invierno, lo que quiere decir que la exposición a la luz tendría un papel en el mecanismo de su crecimiento. En este aspecto, los dedos de los pies están más protegidos de la luz que los de las manos, excepto en los que andan todo el día descalzos, claro.
Por tanto, la acción combinada de los choques y la luz bastaría para explicar la diferencia de crecimiento, lo que por otra parte tampoco debería quitarnos el sueño.
1 comentarios:
Yo en un principio pensé (y no lo descarto) en una explicación evolutiva.
Nuestros antepasados (y nosotros mismos) utilizaban más las manos que los pies, por lo tanto las uñas de las manos se desgastaban más y necesitaban un mayor ritmo de crecimiento para, digamos, reponerse.
Creo que no es para nada absurdo ni descartable.
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