Una noche oscura y tormentosa, el neurólogo español Juan Gomez-Alonso se encontraba viendo una películas de vampiros cuando se dio cuenta de algo extraño, el comportamiento de los vampiros era muy similar a los enfermos con la rabia.
Para empezar, esta patología es transmitida por un virus mediante mordedura, lo que es fácilmente reconocible en un ataque de vampiro. El virus ataca el sistema nervioso central, alterando el estado de ánimo y los comportamientos de los infectados. Las víctimas se vuelven inquitas y dementes y, al igual que los vampiros, su carácter puede volverse violento. La rabia tiene otros síntomas, puede causar insomnio, lo que explicaría el tema de la nocturnidad del mito vampiresco. Además, los enfermos con rabia también sufren espasmos musculares, que incluso a veces les puede llevar a escupir sangre. Más impresionante aún es el hecho de que estos espasmos son provocados normalmente por las luces brillantes, agua, espejos y olores muy fuertes (el olor a ajo por ejemplo podría aplicarse en este contexto...).
Después de estos razonamientos, el doctor se sintió obligado a continuar estudiando el mito de los vampiros y la historia médica de la rabia. Con el tiempo, descubrió una conexión aún más profunda entre los dos fenómenos: Las historias de vampiros fueron recogidas en las principales gacetas y revistas de Europa en el siglo XVIII, exactamente al mismo tiempo en que ciertas áreas europeas estaban experimentando brotes de rabia. Esto fue particularmente cierto en Hungría entre 1721 y 1728, que sufrió una grave epidemia que también afecto a perros, lobos y otros animales.
Gómez-Alonso publicó en 1998 un artículo en la distinguida revista médica Neurología en el que contó la teoría de que la leyenda del vampirismo se basaba realmente en la enfermedad de la rabia.
Sin embargo, Gómez-Alonso no fue el primer cinetífico que trató de precisar el vampirismo a una enfermedad real. En 1985 el bioquímico canadiense David Dolphin propuso un vínculo entre los vampiros y la porfiria, una rara enfermedad que se caracteriza por la producción irregular de un componente de la hemoglobina, un pigmento rico en hierro en la sangre. El trastorno puede causar convulsiones, trances y alucinaciones que duran días o semanas.
Como resultado, las personas con porfiria a menudo sufren demencia y también experimentan una sensibilidad extrema a la luz, tanto, que sufren de ampollas y quemaduras cuando su piel se expone al sol. Otro síntoma de porfiria es una intolerancia al azufre en los alimentos. ¿Qué alimento creéis que contiene una gran cantidad de azufre? Sí, lo habéis acertado, el ajo.
Volveremos más adelante con otras explicaciones científicas a los mitos de personajes "inventados", como los zombies o el hombre lobo.
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VAMPIROS SOLO ES UM BUEN LOCO OK
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